Esta mañana en Del Sol, conversamos con Pablo Esper, profesor y preparador físico que desde hace algunos meses se encuentra radicado en Chile. Con una extensa trayectoria en nuestra ciudad junto a su familia, Esper asumió un nuevo desafío profesional: encabezar la preparación física de los equipos profesionales de Los Leones de Quilpué, institución referente del básquetbol trasandino.

Esper compartió cómo transcurrieron sus primeros meses de adaptación, tanto en lo profesional como en lo personal, y detalló el proceso de implementación de su metodología de trabajo con los distintos grupos y jugadores. Un desafío internacional que, según expresó, le permite crecer y aportar desde su experiencia.

Esper afirmó que “estoy trabajando en Leones de Quilpué. Quilpué es una ciudad de montaña de 180 mil habitantes, que está a 20 kilómetros de Valparaíso y Viña del Mar. Este equipo ha sido finalista de la Liga Nacional de Chile en los últimos cuatro años, ganando una y perdiendo las otras tres”.

“La semana pasada, con el equipo masculino, jugamos la Supercopa de Chile. Se jugó en la Isla de Chiloé. Para llegar, tuvimos 18 horas de ómnibus, una hora de barco y otra más de ómnibus. Enfrentamos a Concepción, la llevábamos bien, hasta que hubo una pelea. Nos cobraron una técnica antideportiva, una expulsión. Al arrancar el último cuarto, cayó el ‘fantasma de las finales’ y lo perdimos 28 a 9. Empezaron a perder pelotas y pelotas, lo cual no puede ser en jugadores profesionales, pero puede pasar. Al otro día, por el tercer puesto, lo ganamos por cuarenta puntos. Ahí quedamos terceros. Con el equipo femenino empezamos la Liga; ahí tenemos dos extranjeras, hemos ganado de visitantes y ahora nos toca enfrentar a Puente Alto, que tiene la base de la selección. En la Liga de Desarrollo ganamos el primer play-off de visitante ante San Felipe, y este sábado volvemos a jugar como preliminar del partido de las mujeres. Por su parte, la Liga masculina comienza mañana: nosotros jugamos con Colo Colo y el domingo jugamos de local ante Puente Alto. Vamos a jugar, en dos meses, 28 partidos con el equipo masculino. A eso hay que agregarle que en octubre vamos a Paraguay a jugar la Liga Sudamericana, y con el femenino vamos en noviembre a Uruguay a jugar la Champions Femenina”, explicó Esper.

En relación a su trabajo específico sobre la preparación física, Esper aseguró que “hay una característica que debe tener todo entrenador o preparador, que consiste en adaptarse a la realidad del medio y a los jugadores. Si querés transferir lo que dicen los libros a la realidad diaria de cada equipo, seguramente te vas a dar la cabeza contra la pared. En mi caso, tengo 40 jugadores con problemáticas físicas diferentes, ya que hago el mismo trabajo con el masculino, el femenino y el equipo de la Liga de Desarrollo. Hay que hacer planes individuales para cada jugador, en instalaciones que para la parte física no son tan profesionales como las de básquet. Tuve que tratar de generar estaciones de trabajo, por puestos y similitud según las deficiencias que tienen. Todo ese trabajo hay que individualizarlo. Esa situación me costó al principio, hasta entender cuál era la dinámica que tenía que utilizar en cada equipo, además de que son tres calendarios distintos para cada equipo. Me costó al principio, pero hoy ya estamos en piloto automático. En el gimnasio hay dos pizarrones grandes y ahí están escritos los planes para cada equipo y jugador. Lograr eso me llevó un mes más o menos. Hoy ya está en piloto automático, gracias a Dios. Lo primero que te indica que estás haciendo las cosas bien es que no hemos tenido lesiones musculares: al día de hoy no hemos tenido lesionados de ese tipo en ninguna de las tres categorías”.

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