En un logro que llena de orgullo a Pehuajó, el joven Benjamín Moro formó parte de la selección argentina juvenil de handball que recientemente disputó el Campeonato Mundial en Egipto. El seleccionado argentino tuvo una destacada actuación, enfrentando a las principales potencias de este deporte a nivel mundial. Moro, integrante de la formación inicial en varios partidos, mostró un nivel sobresaliente.

Tras su experiencia mundialista, Benjamín se encuentra en nuestra ciudad, descansando y compartiendo su experiencia antes de retomar su rutina habitual en La Plata, donde juega para el club Estudiantes. En diálogo con La Mañana de la 100.5, el joven deportista compartió detalles de su trayectoria y su flamante experiencia en el certamen mundial

COMIENZOS Y SU LLEGADA A LA PLATA

“Tengo 18 años, juego al handball desde los 8 años en el club Estudiantes Unidos, con Pancho Denuncio como profesor. A los 16 años me fui a Estudiantes de La Plata, ahí comencé a jugar más partidos y con otro roce, es diferente. Me costó en un primer momento, pero siempre mi familia y mis amigos me acompañaron, no estuve solo. Estudiantes de La Plata es un club hermoso, a mí me recibieron muy bien. Me encontré con un grupo muy abierto y los padres también me ayudaron”.

“En lo deportivo, me costó bastante el tema del físico, pero mis compañeros me ayudaron también en lo táctico y técnico. Me tuve que meter en el gimnasio, a mí me pasó que me enganché y cada vez quiero mejorar más”.

CONVOCATORIA A LA SELECCIÓN

“Me desperté un día a la mañana, me llamó mi entrenador y me pidió que les pasara los datos porque me habían convocado a entrenar con la selección. Fue una locura, en eso se ve reflejado todo el esfuerzo. A la semana ya estaba entrenando en el Cenard y a veces íbamos a la Casa del Handball. Los primeros entrenamientos fueron duros, fue un ‘golpe de realidad’ y es cuando más te dan ganas de mejorar, porque ves a otros cómo son física y tácticamente, y querés estar a ese nivel. Son unas ‘bestias’ y ahora tengo la posibilidad de jugar con ellos”

EL MUNDIAL

“Venía entrenando desde principios de año para el Mundial. Fueron varios meses entrenando dos veces por semana. Yo viajaba desde La Plata para cada entrenamiento, se hizo duro, pero estamos hablando de un Mundial: eso te da muchas ganas de quedar. La confirmación la tuvimos un martes y viajábamos el domingo siguiente. Todavía no caigo que fui y pude jugar en un Mundial.”

“Tuvimos un viaje larguísimo: hicimos escala en Brasil, después Turquía y de ahí recién fuimos a Egipto. Llegamos a un hotel que era un lujo, entrenamos y luego hicimos la sesión de fotos. En ese momento, cuando me puse la remera de la selección, sentí una alegría tremenda. Sentís que se te dio, que tenés que dejar todo, y se te pasa por la cabeza todo el esfuerzo que uno hace para poder llegar ahí y que vale la pena.”

“En el torneo nos tocó un grupo complicado con dos potencias. Con Noruega hicimos un partidazo y perdimos por uno: tuvimos una pelota para empatarlo. Como ellos son la potencia, no teníamos presión y salimos muy sueltos. Después, con Francia, nos quebraron el partido en el segundo tiempo, pero en el primero fue muy peleado. Para cerrar la fase de grupos nos tocó México, y ahí logramos la primera victoria, que no es cualquier cosa. Nos pusimos muy contentos.”

“Quedamos afuera de competir por los puestos más altos, pero jugamos la Copa Presidente. Le ganamos a Uruguay, jugamos contra Islas Feroe —que son un poco el equipo de moda— y logramos empatarle. Luego le ganamos a un europeo como Kosovo, y el último partido fue el clásico con Brasil, que empatamos y caímos en los penales. Esos últimos dos partidos yo no los pude jugar por una fisura en la nariz. Fue una experiencia inolvidable. Nos quedó la sensación de haberlo dejado todo. Cerramos el torneo bastante bien y fue muy positivo.”

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